Tras mi propio rastro- Hechizos

viernes, 30 de diciembre de 2011

El paciente

La caminata hasta el consultorio fue tortuosa. Masas de personas balanceándose con torpeza inundaban las calles y las banquetas. La Alameda es ahora un parque de diversiones y, como el doctor no ha llegado, salgo del edificio y me siento en los escalones de un gran juego mecánico muy colorido que aun no está en funcionamiento. A unos pasos de mis pies veo algunos objetos que han sido barridos: un volante doblado, tres huesitos de pollo, tres colillas de cigarro, un pañuelo grasiento, mugre, un boleto de lotería sin suerte y un ratón seco con las patas y las piernas pintadas de azul marino. Un montón de desechos. La ciudad nos acumula.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Navidad

Me pregunté qué pasaba hace un año, en el molde del calendario en el año pasado. Los registros indican pérdida de peso y de inspiración. Ahora estaría ayudando, aunque con bastante indulgencia, a mi madre a preparar la cena, hoy sería noche de envoltura de regalos; mi parte favorita del evento, probablemente tendría las piernas adoloridas por las compras hechas con prisa. Me acercaría al árbol para olerlo, pediría a mi hermano que bajara el volumen de la televisión para poder leer. Saldría a fumar un cigarro y miraría alrededor con una sensación entre nostalgia y culpa por no vivir más con mi familia, el frío sería reconfortante. 
Bajo esta nube de suposiciones, del otro lado de la proyección, me encuentro varada en el edificio número treinta y nueve. Hoy no hubo electricidad durante el día. Ahora estoy en Starbucks y tengo miedo de volver a casa, de prender la luz y encontrarme sólo con la miseria de mi piso no adornado, polvoriento, lleno de pelos, la luz debería permanecer apagada. En el triángulo, el único, que no puedo ver cuando abro la puerta, se agita de emoción Reiko, la estrella navideña de este año.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Almas y hojas

Aquellas hojas no terminaban de caer. En el cuadro apenas se mueven, bajan; creemos, pero después de algunos años sin verlas tocar el suelo comenzamos a sospechar que, entre parpadeos, retroceden hacía las ramas, vuelven a ellas como enamoradas. 
Bajan, amarillentas, azucaradas. Llaman para avisar que ya casi llegan y las almas sedientas de la tierra, ciegas, crédulas, alzan las manos, acercan las bocas, los sexos ansiosos y las hojas no llegan al suelo.
Las almas no las pueden tocar porque las hojas están superpuestas en nuestra pupila, son cataratas, manchas, no son más que motas de polvo fijadas en el cristal. 

sábado, 26 de noviembre de 2011

Línea azul

Aquel hombre hacía, como la mayoría de nosotros, lo que le resultaba más natural: exponía su condición marginal por los vagones del metro y las avenidas más concurridas, esperando a cambio una moneda. 
Si podía hablar era un misterio para los que lo veíamos deambular por la vía pública. Los instrumentos con que cargaba eran curiosos; una botella de refresco enorme con el cuello cortado, llena de bordes hechos a mano y adornada toda con brillantina y un peine rosa fucsia colgando de un cordón atado a la botella, el peine servía para rascar las lonjas del envase y producir un sonido apagado y arrítmico, que acompañaba con una serie de mugidos provenientes de su estómago, como la voz articulada del hambre. Su boca gesticulaba más de lo que producía, parecía que estuviese buscando aire, parecía estar tomando interminables bocanadas, sin saciarse. Parecía estar a punto de decir algo. 
Era el monólogo mudo de un durmiente, pero con los ojos abiertos, muertos, sin dientes, cercados por una prominente barba descuidada y sin descanso. Del otro lado del mundo, a un par de metros, otro mudo del vagón  balbucía para nadie, con su pluma, la silueta del vagabundo. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Noches de noviembre

El que me hubiera visto bajar del elevador con los ojos hinchados, acuosos y la nariz enrojecida y llena de mocos, sosteniendo mi basura orgánica muy cerca de mi pecho -Reiko y dos mosquitos eran la única cosa viva en el elevador- habría tenido varias opciones para adivinar; el estúpido pensaría que lloraba porque tenía que tirar mucha comida intacta, el sardónico diría que lloraba por haber perdido la correa de mi perra, el cursi sentiría que lloro porque vivo sola en el último piso: "una muchachita tan jóven y callada, tan solita", porque no debe ser fácil estar sin la familia -y habría acertado un poco-, el cruel creería que invento mis estados de ánimo y me paseo con ellos para regresar a mi cueva a escribir al respecto. Por fortuna mis vecinos se procuran una vida fuera de los pasillos que Reiko y yo recorremos intentando olvidar, sólo el no-vecino malvado, el izquierdo, el ojo que veo por el rabillo del mismo círculo que ve... ni se muda ni se calla.

lunes, 31 de octubre de 2011

Notas de clase

Tomo la pluma y la sostengo expectante a unos milímetros del blanco, "el príncipe de las tinieblas" escribo y la violencia del artificio que las 15 letras de la frase deberían contener se pierde, a primera vista, entre el resto de los trazos iguales que se repiten y manchan en líneas disparejas la hoja, cada vez más llena.
DUALIDAD. Nombres de la historia. Letras del tiempo. Voz en el tiempo recitando los nombres. Mis ojos calientes ("quiere llorar, quiere llorar") mis ojosardientes se quieren cerrar.
LIBERTAD. Yo puedo no leer a Góngora.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Soberbia

Alguna vez -entre los trece y los quince años- creí que masticar hostias era la prueba última de que en adelante mi vida sería una sucesión de escupitajos directos a la cara de Dios.
Hoy, tras algunos cigarros, tés y chismes creí que una tarde era suficiente para penetrar la Retórica y salir airosamente germinada, dejando las hojas blancas y negras manchadas con tinta rosa flourescente. Dios sabía, sin embargo, que si algo necesitaba después de una tarde ociosa de incomprensión que desató mis cuerdas vocales y, por qué no decirlo, mi estupidez, lo único que realmente necesitaba eran seis cuadras caminando en la lluvia y el frío sin paraguas o abrigo para recordar que tanto mis intentos intelectuales son vanos como mi cuerpo mortal y enfermizo.
Él sabe también que cada día que amanezca soleado en una fila de lluvia desalmada yo saldré ingenuamente en shorts y sin paraguas hasta la eternidad. 
El bulto caliente y peludo me esperaba, y ahora creo que nada ha sido en vano, aunque las lámparas del pasillo siguen sin prenderse cuando paso frente a ellas.

viernes, 26 de agosto de 2011

Las dos partes del parque

Corría. Era de noche y había estado lloviendo. El pavimento brillaba bajo los faroles y las hojas húmedas parecían extasiadas, maliciosas, obscuras... La hinchazón posterior a la orgía. Mi cuerpo se inclinaba hacia adelante y con cada paso sentía que estaba por caer, pero seguía corriendo y los caminos que cruzaban el parque los pisé todos en cincuenta golpes de suelo. Los cuadros ensombrecidos y lodosos que no toqué llamaban, poco a poco comenzaron a poblarse de jóvenes lascivos que me invitaban a entrar, pasé sin detenerme, esquivándolos y aun así, volví a mi pista enamorada.

viernes, 5 de agosto de 2011

Cabeza

Foto de http://www.underdogph.com/
Entraban y salían de la habitación, apenas se fijaban en mí; les bastaba saber que estaba ahí. Yo permanecía inmóvil en mi salubre pesebre, me encogía con los días y mi piel adelgazaba. Cada vez los sentía mejor sin tener que abrir los ojos, ni reconocerlos, ningún gesto era necesario en aquel mutuo acuerdo de indiferencia y dolor. Fue al fin el dolor el que asentó su reino en mi cuerpo, condenando cada gota de sangre, de orina. Me repetía que estaba sola, que siempre estaba sola y que tal vez mi soledad no terminaría en el cuarto mal iluminado en el que ahora me encontraba. En el delirio aun podía distinguir el cruel absurdo que era que mis merodeadores vistieran de blanco. Los demonios disfrutan esas farsas. 

jueves, 30 de junio de 2011

Lluvias

Si a las cuatro de la mañana sigo despierta e intentando dormir, entre cobijas germina el deseo de cambiar mi vida. Los ojos abiertos contra el techo ennegrecido por la sombra comienzan a soñar con paseos intercontinentales, con desayunos a las ocho de la mañana, con zapatos nuevos, libros reveladores y una nube sensorial sobre mí; una nube rosa que lleva un letrero que dice "FELICIDAD". Así me pierdo en ensoñaciones y las piernas se sienten agitadas, listas para saltar de la cama y correr hacia la pequeña puerta al final del túnel. Y llega un momento en el que el arenoso tiempo cierra mis párpados al sueño y muchas horas después despierto a una vida un poco más desgastada, pero muy igual al fin y al cabo.

martes, 14 de junio de 2011

Alas

Estaba acostada en la cama sin esperanzas de leer, escribir, ver una película o dormir. Permanecía sólo recostada, fijando la vista en los distintos muebles que cabían en el ángulo permitido por la cabeza: la ventana y la puerta siempre, y afuera, enmarcado en la ventana un juego de poder entre el azul y el rojo. 
De pronto toda su atención se centró en un pequeño cuerpo que se movía desde antes, pero desenfocado, en la escena; una mosca había estado dando vueltas imprecisas sin variar la altura más de diez centímetros. La mosca estaba atrapada en una búsqueda imperfecta y torpe, tal vez de felicidad, de libertad, de paz o de amor, tal vez huía a la muerte, pero desde el colchón y sobre la imagen de la esquina del imponente edificio atisbado desde adentro del piso, su trayectoria lucía absurda. La pequeña diosa de la pereza se preguntó si acaso nuestra heroica humanidad tiene el mismo aspecto para Dios.
Por fin, levantó el cuerpo de la cama con paso seguro hacia lo cocina, iba por el insecticida.  

lunes, 23 de mayo de 2011

La angustia de saber que no existimos hasta que la luz nos concede sombra.

viernes, 13 de mayo de 2011

Viernes 13

Alguien tocaba el timbre con insistencia, 6 veces era ya demasiado. Pensó que seguramente se trataba de alguien a quien le urgía saber de ella, cerciorar que se encontraba bien; pero no quería abrir, aunque la idea de que la buscaran con semejante ferocidad la consternaba. Se dijo que si timbraban una séptima vez acudiría a contestar. El timbre sonó de nuevo. Era la portera, preguntando si iba a querer agua. Respondió que no.

jueves, 5 de mayo de 2011

Una ilusión sostenida

La conversación amigable con un escritor a la que habían sido invitados, se había convertido hacía ya quince minutos en un soliloquio desenfrenado, a modo de defensa, del autor de las microficciones acerca de los comienzos de la novela; los libros artúricos, las cortes francesas del siglo XIII, etimologías italianas, larguísimos procesos de asimilación, la arbitrariedad de los géneros literarios...

Ella dio un vistazo a su celular para revisar la hora, lo guardó, tomó su bolso cuidando no hacer ruido, empujó la silla hacia atrás y se levantó, a punto de dar la espalda volteó y le lanzó al escritor angustiado de párpados obscuros un beso que sopló desde las yemas de sus dedos...

Cuando volvió a escuchar, el monólogo continuaba y ella seguía sentada. Apoyó su cabeza en la mano de la que bien podría despegar un beso.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Gente

Siento pena por los so llamados poetas que rondan las universidades impresionando jovencitas. Caminan los pasillos con camisas muy ajustadas u holgadas, pantalones de mezclilla casi blancos o trajes formales baratos siempre grandes y zapatos deportivos muy llamativos. Se descuidan el cabello y la barba, probablemente para que el ingenio encuentre nido si decide visitarlos. Cuando hablan en público es evidente su escuela, todos entonan igual, extienden las mismas vocales, hacen pausas después de las mismas palabras (además están seguros de estar develándonos el universo mientras nos hablan). Luego, en la intimidad de sus fantasías, que para poder leer en público denominan poemas, hablan de desgarrar unos muslos tiernos y blancos que, todos sabemos, jamás han visto o tocado y tampoco están destinados a conocer.
Pero está bien sentir pena por ellos porque en la inmensa belleza del mundo, ellos también sienten pena por mí.

lunes, 2 de mayo de 2011

Lust

Voy a coger el deseo de la carne y lo voy a ahogar, esta tarde, en palabras impresas; mañana bien podrán ser chocolates.

sábado, 23 de abril de 2011

Ruido

La tarde no parecía tener fin, el sol había estado calentando ensañado y sin una sola nube que lo estorbara, quemaba los ojos, la piel y las buenas intenciones, pero la calle estaba atestada. Ella había salido sólo lo suficiente para llegar a comprar algunos víveres y volver a casa. La comida no fue nada espectacular, rica, sí, pero tomada frente al ordenador y sobre la cama. Al salir a coger el elevador antes, el perro del piso siete había ladrado sin cesar, aun al llegar a la planta baja se le oía seguir ladrando histérico y sin control; se dijo que más tarde deslizaría una nota concisa y dura bajo la puerta de los descuidados vecinos. El estúpido perro volvió a ladrar al regreso, supuso cuando quiso recordar si lo había hecho. 
Comenzó a preguntarse si la neurosis estaba rebasándola; había un niño en la calle, hacía una simulación de  músico callejero, estaba tirado en la banqueta con un acordeón muy pequeño que sacudía sin conseguir un poco de afinación y berreaba unas palabras que supuestamente iban con lo que sacaba de su aparato atrofiado. Sintió de inmediato absoluto desprecio. Abrió la pesada puerta del edificio. En el departamento quiso comenzar a leer, no habían pasado ni diez palabras cuando el canto afanoso del mocoso comenzó a urdir en su cabeza, imposible concentrarse. Luego de una hora el imbécil sin futuro no dejaba de cantar la misma canción fallida, gritando las partes fáciles de pronunciar alto y dejando las largas y enredosas en la calle. Ahora está pensando en bajar, darle cinco pesos y pedirle que se retire una cuadra, aunque probablemente no va a hacerlo.
Ese eco espantoso de la pobreza descarada subiendo por el aire la horrorizaba, tal vez la solución es vivir en una cueva, aunque las posibilidades son grandes de que los mendigos se tomarán la molestia de pasar a ver si hace falta barrer la entrada.

lunes, 11 de abril de 2011

Botas

Los zapatos caminaban con descuido por la calle, justo debajo del borde de la banqueta; como en un ligero acto de rebelión. Cinco pasos cortos, dos largos, pasos inconstantes, saltos en la memoria. Van los pies hinchados dentro de unas botas rojas de piel, aunque adoloridos renuentes a llegar. A dónde iban no sabían, pero los influjos eléctricos desmedidos que recibían de arriba les decían que probablemente esa noche terminarían golpeados contra las paredes y arrastrados por el suelo. Ella siempre prefiere huir con los pies descalzos.

lunes, 4 de abril de 2011

A veces me lastima saber que luego de tanto tiempo de haber dormido juntos, andado las calles y los días no llegáramos ni quiera a convertirnos en amigos.

sábado, 2 de abril de 2011

SNOB BY ACCIDENT

Caminábamos de regreso al auto, íbamos lento para perder el tiempo. Quiso enseñarme un restaurante que había visto camino al café donde nos vimos, pasamos, se veía agradable y atractivo, al lado de una tiendita llena de libros y objetos lindos. Nos paramos frente a la minúscula tienda a ver las curiosidades. A nuestro encuentro salió el dueño a preguntarnos si estábamos ahí por lo de Bellatin, atontados, respondimos torpemente con una pregunta y nos hicimos más hacia el lado del restaurante, del que salió una mesera a preguntar si estábamos por el evento, sin más nos dirigió al patio interior del edificio, pasamos por la bulliciosa y en exceso iluminada cocina y llegamos a un pequeño espacio con una mesa alargada bajo mantel blanco y sillas para los invitados. Era la presentación del libro "Disecado" y nos quedamos. Nos sentamos en segunda fila, la primera era para personas importantes e hicimos chistes y gestos inadecuados. El patio se llenó. Tras el anuncio de bocadillos al final esperamos con entusiasmo, escuchamos a los presentadores, al escritor, un ensamble y comimos.
Cuando salimos estaba obscuro y llovía.

La tarde había sido buena: una entrevista, café y pastel, deberes de escuela cumplidos, presentación de libro, esa sustancia mágica de alegría nos envolvía y las florecillas de jacaranda caían y llenaban las banquetas. Nos subimos al auto y abrimos aprisa las ventanas para conciliar el insoportable silencio que nos unía.


martes, 29 de marzo de 2011

Hablar de amor

Un impulso antinatural no trajo a tomar té (caliente) en este día tan caluroso a un lugar encerrado. En una mesa contigua están un par de chicas, características de la zona, hablando de viajes, amantes, dándose consejos de vida siempre precedidos por la palabra "wei". Dicen los mejores consejos que tienen sin dejar pasar, por supuesto, la oportunidad de contar su experiencia propia en caso parecido. Están tan seguras de su razón, de su vida, de que su tono de voz es el adecuado, de que su acento las enaltece -y mi paranoia lo agranda porque quiero helado de chocolate y tengo calor-.
Ellas siguen y siguen hablando, escucho palabras graves salteadas: sociedad, control, vida, el peso de las cosas, y cuando volteo sus gestos son tan exagerados que podría creerse que de un momento a otro espuma comenzará a manar de sus tiernos labios. Sus confiados labios.
Dos cucharaditas de azúcar y ellas parten para su siguiente aventura.

domingo, 27 de marzo de 2011

Algo que esperar

Debería ser fácil adquirir de nuevo las cosas que perdí, "debería" serlo porque no lo es. En lugar de remplazar los objetos extraviados he puesto un pedido en línea, sólo cosas nuevas, algo así como un llamado de ayuda sin romper el luto. Aretes de serpientes, maxi skirts, botas rojas y loafers negros para apaciguar el dolor de dos semanas y una noche horribles.
Es algo así como mi invierno, me siento a esperar a que lleguen cosas bonitas, la vida va a seguir y  remendarse, aunque nunca está muy claro cuando.
Ahora la esperanza se posa sobre mí como una nube blanquísima.

martes, 22 de marzo de 2011

Dormir sin sueño

Aquí, aquí, aquí voy a estar hasta que cambien las letras de la palabra ante mis ojos. Todos los objetos están ocultos, veo sólo un punto verde y el reflejo de mi lámpara de noche, que adquiere textura contra la madera de un mueble. Hay mucha más luz que esa, o tal vez no más luz sino reflejos. La luz es la misma, y, como dije, sólo hay una. La verde no tiene mayor trascendencia, está muerta marcando ceros en el horno de microondas. Yo estoy muerta marcando ceros en esta cama. Todos los reflejos de las paredes me recuerdan... me recuerdan y no dicen nada, somos los mismos reflejos contra las mismas sombras noche tras noche, en una conversación inútil. "Mejor tómate eso y cállate".

sábado, 19 de marzo de 2011

Las cosas que he perdido

Ochenta y un cosas perdidas, esta es mi entrada número ochenta y uno. Pero hay otra lista, mucho más real; la de los objetos que han dejado de ser míos el miércoles-jueves por la madrugada. ¿Comienzo por adentro? mi identificación se fue en la bolsa pequeña de mi pequeño bolso de charol negro, mi IFE dirá que soy mujer, que ahora tengo 21 años, haría creer que llevo fleco y que vivo en un pueblo desértico y pesquero del norte del país, el ladrón curioso podría creer que estoy de vacaciones. Mi tarjeta de débito, afortunadamente pobre como yo misma, roja y anónima. Un gloss llamado daiquiri de philosophy, tan rico que era. Un lápiz para los ojos, mitad blanco, mitad negro, más gastado del lado blanco. Polvo suelto de MAKE UP FOREVER, para aderezo de ironía. Tal vez un encendedor, si es que no lo perdí yo antes en la fiesta. Mi celular, mi teléfono celular, color uva, lleno de mi vida y mis recuerdos. Y no pasa nada, sigo siendo Marbrisa Ter-Veen Hernánez, nacida entre muchos ochos y nueves, con las rodillas llenas de moretones y raspones, un poquito triste, tal vez.

domingo, 13 de marzo de 2011

Un melodramático borrador viejo

Las lágrimas corren una tras la otra, diáfanas sobre mi ojo y negras hacia la barbilla, y más abajo la garganta duele por el esfuerzo de contener el ruido. Mi miseria se refleja en un ridículo gesto de mimo sufriendo. El dolor se burla de mí. Los fracasos, la depresión crónica, el cambio de peso; todo es un pequeño circo de pulgas para Él;  pequeño círculo de nimiedades en que estoy presa.

lunes, 7 de marzo de 2011

Return I will to old Brasil

Soñé que viajaba -mos. Me salvabas, con tu super auto, de una casa de prostitutas dentro de una favela brasileña, los proxenetas (muy ágiles) iban tras nosotros, que extrañamente no íbamos muy rápido, pero tenían; para nuestra suerte, dentro de su degeneración, un límite a nuestro favor: no podían correr en sentido contrario al de la circulación de las calles -nosotros sí. Escapábamos por una avenida enorme.
Luego estábamos en algo que parecía París, era, como siempre es ahí, de noche. Buscábamos comida, igual que tú y yo antes de ir a dormir que buscábamos comida china a la media noche. Yo tenía que regresar, tú tenías un Ferrari y lloraba porque ibas muy rápido.
Al final, soñé con una antigua casa en la que viví, pero era distinta, más madera, era una escuela y... como sea.
En mis sueños, también, termino siempre en el pasado.

jueves, 3 de marzo de 2011

Un día sola

De un momento a otro, cuando asoman apenas la vista y el seso de mi inmersión, todo esto me parece adorable, correcto. El olor a gardenias; el pequeño y perfumado regalo que me diste ayer, la taza medio vacía de té junto a mi computadora, Reiko acostada a mis pies, un ensayo recién terminado y un poquito de sueño.

lunes, 28 de febrero de 2011

Reconocimiento

Yo soy de las personas que se suben al elevador y dan, como león enjaulado, vueltas en el estrecho espacio hasta que las puertas nos liberan en la altitud predeterminada. 

sábado, 19 de febrero de 2011

Cintura estrecha

A algunas personas la inteligencia sólo les alcanza para tomar una buena decisión. Unas tienen una oportunidad al mes, otras al año y así hasta que se extiende a una sola por vida. A veces la única buena decisión que toman es quedarse calladas, a veces (en completa ignorancia de la propia estrechez cerebral) utilizamos nuestra chispita especial a la hora de elegir un vestido, unos zapatos o una pose para la cámara.
Me atrevo a decir, queridas personas, que la mayoría de ustedes no puede hacer más de 3 buenas decisiones mensuales, y les aconsejo: úsenlas con ayuda de alguien más listo.

domingo, 13 de febrero de 2011

Luces

Espero obscuridad cuando el elevador se detiene, me preparo para recibir obscuridad en ese segundo en que tardan las puertas en abrir cuando llega mi piso, pero cuando lo hacen, mis ojos encuentran una luz, una sola de las cuatro, prendida. He hablado infinidad de veces con la portera y siempre me dice que ya va a venir alguien a revisar el detector de movimiento, luego se compone por un tiempo y después vuelve a su tétrico comportamiento. Es posible que tenga un fantasma vigilando mi puerta. Hoy la pared blanca frente a las lámparas se veía amarilla y el cuadro sugería formas geométricas que yo no sé nombrar, sólo sé que me asusta que una luz permanezca siempre prendida, atenta a un movimiento invisible que no cesa y que el resto de ellas no responda igual a mi insignificante andar por los pasillos.

sábado, 5 de febrero de 2011

Reconocer (primera parte)

La conocí en un mes muy caluroso: agosto. Teníamos amigos en común y en una fiesta terminamos conversando aisladas y borrachas acerca del curso de la vida, las coincidencias mágicas y nuestro signo zodiacal. 
Hacer amigas, hay que decirlo, nunca ha sido mi fuerte; termino huyendo, muchos hombres dicen que por inseguridad, yo digo que no puedo dejar de competir y resulta exhaustivo. Pero curiosamente este no fue el caso. Los planetas estaban armónicamente alineados y comenzamos una relación fecunda y alegre.
La vida pasaba. Nosotras nos contábamos, la mayor parte del tiempo, nimiedades cómicas o anécdotas trascendentes; estas últimas con recelo. Cada quien se enamoraba y desenamoraba conforme la Luna dictaba, y un buen día se ató una soga al cuello y se paró sobre un banquito delicadamente tallado en madera: había encontrado a un hombre con el que quería estar "de verdad".
Pasábamos mucho tiempo juntas y su presencia era para mi olfato una nube de perfume y productos aromáticos, la olía a la distancia y cuando se iba, sus aromas tardaban más en desaparecer.
Ese día llegó agitada y sonriente, nos pusimos a acomodar unas cosas, tuvo que pararse en una silla y percibí ligeramente un olor conocido. Inhalé más hondo y no pude contener una sonrisa de complacencia al reconocer en ella el olor que tantas veces había detectado en mí luego de múltiples encuentros de placer y orgasmos; olor a semen acumulado.

jueves, 3 de febrero de 2011

Monstruos contemporáneos

Amanecí en mi departamento, lleno de muebles volteados y cosas regadas por el suelo; libros y cuadernos deshojados, fotografías rasgadas, discos quebrados, recuerdos rotos... La ropa que traigo puesta es la misma con la que salí anoche, sólo que sucia, muy sucia y arrugada, como paseada por la banqueta tirada por un cordón. Me duele la garganta.
No encuentro a nadie, no contestan el teléfono, todos ellos me han abandonado. Al evocar sus rostros y personas vienen también ráfagas de imágenes confusas: sus rostros de disgusto, preocupación y espanto; gente rojiza bloqueándome en semicírculos; puertas lejos a las que me acerco; aceras; portales; cables de luz... su rostro. Intento tomar un vaso para servirme agua y me percato de cuán dolorido tengo el cuerpo y, de nuevo, el dolor trae ancladas consigo sensaciones: forcejeos, alaridos, golpes, me retuerzo entre los brazos de una masa dura sin rostro y la maldigo con mi último aliento.
Dicen que fui yo, que yo hice todo esto, que también corrí tambaleante al cruce de caminos y ofrecí mi alma por unos kilos menos, que me arrastré por las calles lamentando mi vida, que golpeé vengativamente a quienes vinieron en mi ayuda, que violé la armonía de mis pertenencias y quise tirarme desde la ventana. Eso dicen, yo creo que no es cierto, yo no haría nada de eso.

sábado, 29 de enero de 2011

Cuando pienso en ti, mis manos -mi cuerpo- se vuelven hostiles y fríos al resto de los vivos (tú estás como muerto). Siempre sospeché que te gustaba más que yo fuera una desconocida, siempre he creído que te emocionaría más imaginar mi sonrisa que tenerla desbordante y grotesca enfrente o me estoy volviendo paranoica. Una extraña se equivoca menos, no muestra su rostro descompuesto en la mañana; las extrañas son una estatua negra con perfil altivo.
En asuntos paralelos: ya me harté de los perros, quiero un gato.

lunes, 24 de enero de 2011

Historia parcial de mi vida II

Hace muchos, muchos días, la marea me abandonó a la orilla de una playa fría... La primera vez que dejé la escuela estaba tan congestionada en lágrimas y mocos que mi cerebro estaba atrofiado, inundado de basura. Para cuando recuperé la noción del tiempo pesaba varios kilos menos, mi piel era un desastre, había matado buena parte de mis neuronas, estaba sola, seca y vacía. Tardé mucho en darme cuenta de lo estúpida que fui al intercambiar la pena de un so llamado amor por -no sé- por nada, y aun más lo idiota que fue convertirme en un fantasma para mí, para todos. (Y lo dije, sinceramente, sin afán de sonar melodramática). Pero el amor, el amor hechizo en el que creemos, nos atraviesa sin consideraciones, más bien con ironía, y nos deja tendidos en medio del escenario sangrando falsa sangre.

Continuará

lunes, 17 de enero de 2011

Historia parcial de mi vida I

Yo estaba ebria; había ido a una fiesta que resultó ser en tres cuartos y el estacionamiento de un hotel barato (y ahora me pregunto qué demonios hacía en esos lugares). El escenario era horrendo: unas cuantas unidades esparcidas en un terreno arenoso lleno de chatarra y mal iluminado, como cabrá esperar. Llegamos temprano, pero no pasó mucho hasta que la gente comenzó a presentarse y en los cuartos se formó una densa nube apestosa, producto del humo de quién sabe qué sustancias. Aburridos, nos pusimos a jugar en la parte de atrás de uno de los cuartos, estaba obscuro y el juego era un pretexto ridículo para meter la lengua en la boca de los demás... Tú llegaste dando gritos -te escuché antes de verte- y cuando nos viste no hiciste más que maldecirnos. Nerviosa, me disculpé; no me escuchaste, fui tras de ti; te subiste al carro y te fuiste. Recuerdo lo tersa que era tu piel, me pregunto si aun lo es, recuerdo tus pequeños dientes y tus pequeños labios que junto a aquellas redondeadas mejillas formaban una entrañable sonrisa, y me pregunto ahora si realmente eras tan hermosa, sensual y especial como te recuerdo. Han pasado años y ésa fue la última vez que te vi.

jueves, 13 de enero de 2011

Desolación

Me siento con las piernas cruzadas en la cama, bajo el volumen de la música... Hace mucho frío, hace más frío aquí adentro que afuera, no quiero bañarme. De todas las cosas que pienso, quiero o me lastiman, no vale la pena hablar; son demasiadas, son muy complicadas, y, comienzo a creer que sobre todos los adjetivos, el más adecuado es "ridículas". Estoy como en una playa vacía, el sol se ha ocultado y la marea sube y viene hacia mí, y yo grito y busco con la vista a alguien, mi cuerpo permanece entero e inmóvil bajo la arena. 
A este lugar le hacen falta algunos cuadros en las paredes, tal vez así dejaría de tener la sensación de que pronto me voy a mudar. Algo de color y más luz es lo que necesita este departamento.

martes, 11 de enero de 2011

Un café

Decimos que de esto se trata la vida; un café regado bajo los pies de un grupo de mujeres estridentes y mitoteras y un joven mesero con ganas de matarlas a todas (o tal vez soy yo), un grupo de mujeres tontas y mal vestidas preguntando a una niña que no sabe hablar "¿quién lo tiró? ¿quién lo tiró?" y una niña sentada en el regazo de quién supongo su padre que abre mucho los ojos, balbucea y mueve las manos sin ver a nadie. O tal vez una pareja, al lado, uno intentando escribir un manifiesto; logrando únicamente terminarse el café, y otro intentando decir algo, en sus afanes de trascendencia, de lo que pasa mientras espera.  

sábado, 8 de enero de 2011

La grasa acumulada

Son tan felices. Hacen todo juntos, van a comer, ven películas, sacan al perro, leen en un café, critican a los amigos mutuos durante horas sentados uno al lado del otro en la vía pública-uno enfrente del otro en casa, se dicen que se quieren, dicen que se aman, a veces toman baños juntos y el cuarto de baño se llena de vapor -afortunadamente el agua caliente nunca se termina-, por las mañanas se sabotean para no salir de la cama; a veces llega una taza de té hasta el buró, en las fiestas uno se cae de borracho y el otro lo pone a salvo en el baño o en la recámara, hacen planes, van a la playa, hablan de más perros e incluso hijos humanos, terminan las frases del otro... Bien podrían decir que el tiempo no pasa cuando están juntos, que todo este tiempo ha sido como un segundo, excepto que la felicidad se ha hecho notar físicamente y has subido dos tallas.

viernes, 7 de enero de 2011

Las lágrimas no lloradas

Hay muchas sucesiones fantásticas en mi vida. Tiras y tiras de negativos, una película irrevelable que adivino contra la realidad que corre ordinaria y tediosamente continua. Me recuerda a esos zapatos que siempre están agotados, siempre con un letrero en letras rojas anulando la imagen.
Y hay días en que la frustración crece tanto que no me dan ganas de nada, no quiero leer, ni hacer ninguna de las cosas productivas que me veo haciendo en una vida paralela; me tumbo frente al ordenador y juego juegos estúpidos y leo cosas estúpidas, veo fotografías que rememoran las cosas que quisiera para mí. Tantos colores y formas sin nombre ni cuerpo.
Estoy cansada. Puse chocolates dentro de una taza, guardé mis collares en la bolsa de noche que no usé, los regalos están dispuestos junto a mi maleta, extravagantes y festivos... Yo, sentada en la cama, soy tan absolutamente despreciable que me he convertido en la imagen absurda y desechable de alguien más para mí misma, sólo para no admitir que...

jueves, 6 de enero de 2011

Wisteria


El gato andaba cabizbajo entre las ramas ennegrecidas por la sombra nocturna. El parque estaba vacío de perros y niños y adultos cuidándolos; era la hora de los insectos. Iba despacio contoneándose, atento al chillido constante del columpio y al de las hojas arrastradas por el viento, listo y ansioso de dar un zarpazo, morder un cuello. Miraba al frente sentencioso, con aquellos ojos profanos brillantes. Sus ojos brillaban, representantes de su cuerpo ahogado en el negro, brillaban sólo por si alguien los estaba viendo. El gato no salía durante el día, merodeaba los días y las estaciones bajo tutela de la madre de los mares. Saltaba de un árbol de noche, caminaba como de puntillas sobre la barda, saltaba otra vez, aterrizaba en el patio de una pequeña vivienda donde debe haber vivido el cómplice que lo alimentaba. Se quedaba sentado, contemplativo, frente a la ventana. Algunos dirán que veía nostálgico hacia adentro, yo digo que sólo miraba su reflejo.