Alguien tocaba el timbre con insistencia, 6 veces era ya demasiado. Pensó que seguramente se trataba de alguien a quien le urgía saber de ella, cerciorar que se encontraba bien; pero no quería abrir, aunque la idea de que la buscaran con semejante ferocidad la consternaba. Se dijo que si timbraban una séptima vez acudiría a contestar. El timbre sonó de nuevo. Era la portera, preguntando si iba a querer agua. Respondió que no.
Tras mi propio rastro- Hechizos
viernes, 13 de mayo de 2011
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