Tras mi propio rastro- Hechizos

domingo, 24 de marzo de 2013

Ciertas vacaciones

El agua corre tibia sobre los desechos de la loza acumulada de la semana. Todos están de vacaciones. Mi perro chilla e inútilmente le pregunto por qué, como si no supiera que su felicidad consiste en correr nuevos pisos y oler la orina de sus semejantes en las esquinas. 
Lavo los platos, las tazas, los cubiertos y ese incesante sonido de agua hace correr mis propias lágrimas. Lágrimas de nada, podría decirse; o lágrimas de encierro; o lágrimas de arrepentimiento, sencillamente. Me inclino un poco en la pared porque el llanto es agotador, pero no dejo de fregar la cuchara; alguien tiene que poner orden en esta cocina, y esa no va a ser Reiko.