Tras mi propio rastro- Hechizos

martes, 7 de mayo de 2013

Contrapeso

Algo tenía que ser. La indiferencia ante las ollas con comida podrida, el dolor en el costado izquierdo, las ganas de amurallar la cama y desaparecer, la ansiedad incansable que la mantenía despierta y acalorada por las noches. Cada causa ha de tener su efecto. Olvidar vasos en el congelador no puede ser un acontecimiento completo en sí mismo. Tal vez el ruido, el polvo, la gente, el sol, eran las uñitas que escarbaban en su seno derecho. Pero no podía ser, era todo muy trivial para ser contrapeso de esos llantos, de esas ganas de pincharse las orejas y correr directamente hacia las paredes. Así que si todo estaba tan bien; la infancia, la familia, la pareja, el perro, el cuerpo, debía tratarse de cuestiones químicas y eléctricas. Los contrapesos imaginarios de los condenados.