Tras mi propio rastro- Hechizos

sábado, 6 de junio de 2015

Temporada de higos

Yo no sé si tú te acuerdas, de cómo era al principio. El árbol se vino abajo.
Recuerdo el pasillo negro y la noción de cuatro puertas. La última puerta, el rectángulo iluminado al final, daba al patio, y en el patio había una higuera. Fragante. 
Diremos que el principio fue dulce. Manos cálidas sintiendo mi espalda. Un millón de alegrías y la ingenua manía de jugarse las cartas y poner en el acto, sobre la mesa, la esperanza. Y, de todas formas, ¿de qué más disponíamos?
Los frutos maduros llamaban desde la soledad del patio. Caminábamos, niños, doblemente cegados por el perfume y el resplandor del sol sobre la arena al final del pasillo. Íbamos en procesión hasta la higuera para quemarnos los pies. El árbol nos recibía, rodeado de higos podridos. Y el zumbido de las moscas nos aturdía. Entre las frutas reventadas y hervidas de hormigas no se podía escoger. Los higos comestibles estaban lejos del alcance de nuestras manitas.
¿Y qué? Al fin y al cabo, solamente nos quedamos con los comienzos, con la primera seducción, con la primera nota.




jueves, 4 de junio de 2015

"Y así"

Son las mismas cinco niñas. Pasan los años e inevitablemente la piel de algunas se va volviendo menos tersa y la cara colapsa sin afectar mucho la composición general. Las reuniones de repente ya no son dentro de instituciones educativas; el área de juego de la primaria o el patio de la universidad, ahora las señoritas se encuentran en terrazas de cafés para hablar de hombres ("A mí me gustan los extranjeros") y de viajes ("Fui tres veces a Berlín").
Piden galletas y cafés descafeinados para narrar aventuras y desventuras amorosas. Se recogen la melena en una cola de caballo con afectación para luego soltarla de nuevo.
De una u otra forma, después de tanto Berlín, Francia y Nueva York, están aquí, en México, en la Ciudad de México y en la calle de Havre presidiendo una mesa redonda llena de calorías y chismes.
"Era el francés más guapo, pero nos peleábamos fuerte."
A cada una le toca el turno de microrelatarse y recibe invariablemente frases de aprobación de las demás. Pero todas meten y sacan las carteras del bolso, listas para irse en cualquier momento, entre antes sea mejor.

domingo, 31 de mayo de 2015

La espera

Escribir. Borrar. Volver a empezar. Esto es lo único sensato que se me ocurre decir, a partir de ahora vienen los balbuceos. 
Durante la última semana he experimentado pequeñas ráfagas de lucidez respecto a mi situación actual que son cada vez más articuladas, puesto que ya no vienen en la forma pura que me hace sentir un derrumbe interno, sino que llegan como nociones. Conclusiones respecto a temas de orden  narcisista. La primera noción tiene que ver con eso mismo, mi absoluta incapacidad para enfocar mi energía, atención o esfuerzo en algo ajeno a mí. La segunda es que ya voy a cumplir 26 y no puedo más que reconocer que ninguna de mis expectativas pasaron de ser eso. 
Todavía detesto mi cuerpo. Todavía no puedo entablar una conversación agradable con nadie. No puedo escribir. No puedo ser feliz. No puedo dar ese susodicho primer paso, el primer paso para salir de este lugar detestable. No puedo dar gracias. No puedo disfrutar las "pequeñas cosas". La mayor parte del tiempo no encuentro nada que celebrar. Pienso constantemente en las ausencias. 
Vivo en un dolor constante, quieto y adiestrado que ojalá me volviera loca, pero solamente me tiene esperando.


martes, 26 de mayo de 2015

La respuesta

Es como dormir, pero de forma misteriosa sabes que en otra vida fuiste uno de los estudiantes de cine que ahora buscan, entre montañas de cintas apiladas tan altas como los Alpes... Uno, dos, tres. ¿Y qué buscan? Yo soy el tercero, el burlado. No voy a sobrevivir, esto también lo sé.
En sueños aparezco atormentado, como una joven que luce triste la mayor parte del tiempo, tiene un pajarito enjaulado y vive en un departamento minúsculo donde colecciona objetos de todo tipo. Pareciera estar atrapada en ese espacio. Cuando sueño con ella despierto triste, anoche, por ejemplo, intentó suicidarse y mis propios alaridos y sudor me despertaron.
Nadie cree que me tocó. En el estado fantasmagórico en el que yacía sobre la cama escuchaba sonar el teléfono, pero no podía moverme. De repente algo -un cuerpo- pareció acomodarse al pie de la cama, contra las plantas de mis pies y fue como si dos piezas por fin se unieran, y dijo "Vamos". La fuerza no me alcanzó para responder que no, pero ¿quién era y a dónde iríamos? Poco a poco la sensación en los pies se fue. Luego sentí en el torso el tacto de diminutos dedos, dos manos de trigo me jalaron y esta vez escuché "Ya nos vamos". Estaba petrificada y muda, pero logré gritar "No" e inmediatamente después me levanté a responder el teléfono. Me dolía la garganta. Estaba aterrada. 

lunes, 25 de mayo de 2015

Un vaso de agua

Tres días buenos por veinte días malos, como todavía no me siento iluminada, este balance no me resulta satisfactorio; el cantadísimo problema de la insatisfacción crónica. Tengo hortensias azul eléctrico y lirios de agua púrpura con amarillo en un florero pero nada dura más de dos días, el sábado sólo de verlas me alegraba y ahora no puedo más que pensar en cómo se van a ir marchitando hasta quedar apestosas y duras en la basura.
Tengo ataques de llanto intermitentes que llegan mientas orino, mientras pongo la ropa en la lavadora, mientras desayuno, mientras leo y mientras intento distraerme de ellos.
Tengo la sensación de derrota encima, trepada sobre los hombros, y me ahogo.

jueves, 21 de mayo de 2015

Nadie se acuerda

Hace más de un año que no escribo nada aquí, tal vez porque tomé la costumbre de llevar un diario que consume tinta en lugar de dolores de cabeza. En ese diario tampoco sucede mucho, a decir verdad cada vez escribo menos porque ¿para qué? Y como dejé de escribir ahí regreso acá, con la esperanza de que los días recobren el sentido y yo pueda sentirme un poco menos angustiada y menos ansiosa. A veces la única manera de sobrevivir tanta nimiedad es pretender que los pequeños acontecimientos de la vida cotidiana son otra cosa, una cosa al menos digna de ser verbalizada, transmitida por medio de palabras -para que alguien o nadie reciba el lamento.
Reiko yace dormida a mi lado sobre la cama y sobre Noticias del imperio, hoy la ciudad está fascinada por un halo solar, en la calle todos tienen la cabeza torcida hacia el cielo, todos sacan fotos con sus celulares y luego siguen su camino. Cuando volteé a ver qué era eso que jalaba los ojos de los transeúntes hacia arriba encontré ese arcoíris circular y me pareció que no podría anunciar nada bueno (eso me dijo el primer vistazo), pero ahora sé que anuncia lluvia.
Me pregunto cuánto tiempo más va a seguir viéndonos ese ojo.