Tras mi propio rastro- Hechizos

viernes, 30 de diciembre de 2011

El paciente

La caminata hasta el consultorio fue tortuosa. Masas de personas balanceándose con torpeza inundaban las calles y las banquetas. La Alameda es ahora un parque de diversiones y, como el doctor no ha llegado, salgo del edificio y me siento en los escalones de un gran juego mecánico muy colorido que aun no está en funcionamiento. A unos pasos de mis pies veo algunos objetos que han sido barridos: un volante doblado, tres huesitos de pollo, tres colillas de cigarro, un pañuelo grasiento, mugre, un boleto de lotería sin suerte y un ratón seco con las patas y las piernas pintadas de azul marino. Un montón de desechos. La ciudad nos acumula.

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