Tras mi propio rastro- Hechizos

jueves, 5 de abril de 2012

Tornar

El duelo había sido escurridizo y engañoso, las justificaciones fueron varias, incluso a veces ridículas, pero daba lo mismo, se trataba sólo de creerlas por un ratito para establecer abismos y no volver. Ahora cuando lo piensas crees que alguien ya te lo dijo alguna vez y no lo creíste: al menos una de las canciones que eran tus favoritas, las favoritas de ambos, las que cantaban por turnos cuando iban de viaje, las que te ponían de buen humor, las que te hacían sonreír; ahora te hacen llorar. La voz de tu cabeza repite como en eco lo que acabas de descubrir, le otorga la fatalidad del presagio, lo que sea para no echar carrera de vuelta y regresar. Las lágrimas son las únicas que tienen permiso de correr porque no regresan.
Unos vecinos tres pisos abajo están sentados en su terraza, bajo mi ventana, y gritan que "está muy cabrón", y yo estoy de acuerdo, aunque ellos son unos perfectos imbéciles. 
Alguien te dice que a veces tu rostro se torna malvado, y te preguntas, tirada en la cama, si no te habían ya dicho esto antes.