Tomo la pluma y la sostengo expectante a unos milímetros del blanco, "el príncipe de las tinieblas" escribo y la violencia del artificio que las 15 letras de la frase deberían contener se pierde, a primera vista, entre el resto de los trazos iguales que se repiten y manchan en líneas disparejas la hoja, cada vez más llena.
DUALIDAD. Nombres de la historia. Letras del tiempo. Voz en el tiempo recitando los nombres. Mis ojos calientes ("quiere llorar, quiere llorar") mis ojosardientes se quieren cerrar.
LIBERTAD. Yo puedo no leer a Góngora.