Tras mi propio rastro- Hechizos

miércoles, 4 de mayo de 2011

Gente

Siento pena por los so llamados poetas que rondan las universidades impresionando jovencitas. Caminan los pasillos con camisas muy ajustadas u holgadas, pantalones de mezclilla casi blancos o trajes formales baratos siempre grandes y zapatos deportivos muy llamativos. Se descuidan el cabello y la barba, probablemente para que el ingenio encuentre nido si decide visitarlos. Cuando hablan en público es evidente su escuela, todos entonan igual, extienden las mismas vocales, hacen pausas después de las mismas palabras (además están seguros de estar develándonos el universo mientras nos hablan). Luego, en la intimidad de sus fantasías, que para poder leer en público denominan poemas, hablan de desgarrar unos muslos tiernos y blancos que, todos sabemos, jamás han visto o tocado y tampoco están destinados a conocer.
Pero está bien sentir pena por ellos porque en la inmensa belleza del mundo, ellos también sienten pena por mí.

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