Tras mi propio rastro- Hechizos

domingo, 31 de octubre de 2010

Frío

Andábamos hacia el teatro, hacía frío, siempre que hace frío e intenta tomar mi mano menciona lo fría que estoy algo preocupado y toca mi nariz como para corroborarlo. Tomó mi mano izquierda (que no opuso resistencia) luego de tocar mi nariz, y la depositó en la bolsa derecha de su suéter de lana con un movimiento tan limpio que cuando vi mi mano entrar me pareció que se trataba de una moneda.

viernes, 22 de octubre de 2010

Aburrida en casa


"La silicona lo resuelve todo" me dije vagamente, y sin analizarlo, sólo por decir algo cuando decidí arreglar mi caja para cosméticos con la silicona fría que tantos problemas del hogar ha resuelto. Luego vinieron inmediatamente a escena los "problemas de autoestima" que resuelve inyectada o implantada en distintas áreas del cuerpo.
En asuntos domésticos, la silicona y los dos tomos del diccionario de María Moliner han resuelto buena cantidad de pequeñas averías; la primera une sólo si los segundos aplastan hasta que seque, gran duo. Yo, mientras espero, tomo otro gran ayudante: las toallitas húmedas y comienzo la tarea de limpiar los contenedores, tubos, etc. del maquillaje. Estas tareas no tienen gran recompensa, todo va a volver a ensuciarse y pronto cuando se termine será reemplazado, es una manera "correcta" de utilizar mi tiempo de espera.

jueves, 21 de octubre de 2010

En ojo

Reacciono al dolor escribiendo y borrando, escribiendo y borrando el odio y el dolor que buscan gritar... matar. Al final todo se va, al final todo lo elimino, ¿para qué dejarlo al público? A las 4:27 de la madrugada decido dejar de llorar y no hacer caso a mis ganas de marcar números de personas dormidas y me limito a escuchar a Cerati; eco de mis lamentos.
Pero algo cambió.
Recuerdo el mar, soñé estar aquí y no recuerdo despertar.

lunes, 18 de octubre de 2010

Beauty pump in velvet...

Desde que las vi no podía esperar el momento de ponérmelas. Salimos a hacer la sesión de fotos (que no las incluyó) y estuve anticipando el momento todo el tiempo que duró. Al regresar me puse mi ropa y las tomé de bajo todas las prendas revueltas sobre la cama, corrí a la sala y cual zapatilla de Cenicienta me quedaron a la perfección. Suaves, lujosas y deslumbrantes sostenían mi figura. Eufórica como niña subí las escaleras lo mejor y más rápido que pude para enseñárselas a Manuel; y terminé enseñándolas a todos en el piso. Caminaba en círculos con la cabeza hacia abajo admirándolas, levantando la pierna para mirar mejor, haciendo estimados del precio, lamentando tener que quitármelas, así que pedí a Manuel que me tomara fotos con ellas: un gesto increíblemente cursi, de turista.
El coordinador de moda creyó que había huido. Para mi desdicha fue sólo un secuestro exprés. 4.2 pulgadas abajo, de vuelta a la tierra, me encontré descalza sin saber dónde había dejado mis botas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Difícil de explicar



En este cuarto se formarían infinitos triángulos. Si me limitara a mi posición actual con respecto a todos los objetos y a dos objetos entre sí, podría hacerme vieja trazándolos, podría morir y renacer y seguir uniendo puntos con rectas invisibles... posibles. Ahora estoy sentada en la cama, con la espalda recargada en la pared, veo casi de frente la cocina y hay un triángulo punzando que no puedo ignorar por su gran peculiaridad: se forma entre el espejo, la puerta de la alacena y yo, son mis ojos y el espejo verdaderos cómplices; si veo al frente hay solo una puerta blanca y a la izquierda el espejo me revela la imagen de una botella de salsa para carne que logra captar entera desde la angosta apertura de la puerta de la alacena. Todo esto es más que un escaleno (¡si fuera tan simple!), me aterra pensar en los secretos que cada esquina guarda detrás y en la forma en que un punto distante los puede develar.

lunes, 11 de octubre de 2010

Ni siquiera es tan tarde


-Es tarde -me digo- y no tengo sueño -miento- no puedo dormir -acierto-. Hay demasiados ruidos, mi cabeza vacía es como una caja de resonancia al goteo del baño, me perturba, me da náusea, me dan ganas de golpear las paredes hasta desvanecer; sólo quiero que la maldita agua deje de golpear insistentemente la loza. Este sonido acuoso va a desquiciarme... porque algo está mal porque algo anda mal porque algo me impide dormir siempre -dicta mi mente distraída a mi imaginación que proyecta caracteres desfilando y empequeñeciéndose-. Mejor me levanto a cerrar bien la llave.

viernes, 1 de octubre de 2010

Limpiando el clóset (Réquiem por la ropa vieja)


Tomé una de las cajas de las que tengo amontonadas en una esquina, en ella llegó mi último envío. Entre el contenido estaba un vestido que planeaba usar para mi cumpleaños y que al fin no usé porque no fui a cenar como planeaba. El vestido sigue esperando salir a celebrar y yo también. Me propuse hacer algo bueno del día y limpiar mi clóset.
Saqué una época, muy playera por cierto... como esa blusa de tirantes blanca que era favorita y aquí en tres años sólo usé un par de veces (bajo algo más). Esta vez hay un criterio nuevo: "si no la usas y tiene un hoyo o está manchada se va"; tenía que ponerme estricta o nunca haría espacio para las nuevas adquisiciones que comienzan a quedarse sin lugar digno por todo el departamento.
La tank top que modifiqué a los 15, en la única época en que intervine mi ropa, tiene una mancha rojiza en el frente. Le hice hoyos en la parte de atrás y por ellos pasé hilos de colores e hice algo como telarañas, algunas con lo que serían "algo así como presas" de tela.
La hoodie negra que mi mamá me compró para la escuela hace unos seis años y que nunca fue muy funcional por ser muy justa y tener cuello en V muy bajo, que estuve usando hasta apenas unos cuatro meses, se va porque sigue siendo justa y poco útil.
Una camisa blanca con líneas amarillas y verdes que compré por barata y por que sí (que no usé porque en realidad no me gustaba ni me gusta) y otras cosas.
Es evidente, mientras hago este intento de limpia y no sale mucho, que tengo un problema de aprehensión con mi-la ropa (aunque sean calcetines blancos-amarillos con hoyos).
Gran parte, creo, de si se van o se quedan depende de si están vinculadas a una historia memorable -pensé al principio- pero ahora creo que, aun cuando algunas formaron parte de épocas e historias importantes, depende de si integré ya esa época-historia completamente a mi memoria para que deje a la prenda ir.
Al fin puse la caja en el recibidor, al lado de los botes para basura, sobre la barra frente a los espacios para correo del edificio, espacio inutilizado, no sin antes escribir a mi ropa vieja esta pequeña despedida.