Corría. Era de noche y había estado lloviendo. El pavimento brillaba bajo los faroles y las hojas húmedas parecían extasiadas, maliciosas, obscuras... La hinchazón posterior a la orgía. Mi cuerpo se inclinaba hacia adelante y con cada paso sentía que estaba por caer, pero seguía corriendo y los caminos que cruzaban el parque los pisé todos en cincuenta golpes de suelo. Los cuadros ensombrecidos y lodosos que no toqué llamaban, poco a poco comenzaron a poblarse de jóvenes lascivos que me invitaban a entrar, pasé sin detenerme, esquivándolos y aun así, volví a mi pista enamorada.
Tras mi propio rastro- Hechizos
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