Tras mi propio rastro- Hechizos

jueves, 4 de junio de 2015

"Y así"

Son las mismas cinco niñas. Pasan los años e inevitablemente la piel de algunas se va volviendo menos tersa y la cara colapsa sin afectar mucho la composición general. Las reuniones de repente ya no son dentro de instituciones educativas; el área de juego de la primaria o el patio de la universidad, ahora las señoritas se encuentran en terrazas de cafés para hablar de hombres ("A mí me gustan los extranjeros") y de viajes ("Fui tres veces a Berlín").
Piden galletas y cafés descafeinados para narrar aventuras y desventuras amorosas. Se recogen la melena en una cola de caballo con afectación para luego soltarla de nuevo.
De una u otra forma, después de tanto Berlín, Francia y Nueva York, están aquí, en México, en la Ciudad de México y en la calle de Havre presidiendo una mesa redonda llena de calorías y chismes.
"Era el francés más guapo, pero nos peleábamos fuerte."
A cada una le toca el turno de microrelatarse y recibe invariablemente frases de aprobación de las demás. Pero todas meten y sacan las carteras del bolso, listas para irse en cualquier momento, entre antes sea mejor.

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