Tras mi propio rastro- Hechizos

jueves, 12 de enero de 2012

Alarma

Cuando Reiko era cachorra aprendió, en sus horas de soledad y esperanza cuando se quedaba sola en el departamento que compartíamos los tres, que cuando el "beep" particular de la alarma de Jeep sonaba, seis pisos abajo y afuera, nosotros, o al menos él, acababamos de volver. Lo sabíamos porque, como reacción a tal alegría, Reiko comenzaba a chillar y era posible escucharla justo después de que las puertas de la camioneta se habían cerrado y la alarma había sido echada. 
Tres años después, otro departamento y Reiko sigue chillando, expectante, cuando escucha ese sonido, ocho pisos abajo. Se queda esperando junto a la puerta un rato y después vuelve al olvido, siempre de noche; porque en el centro no se escuchan alarmas sino hasta ya entrada la noche y yo, que no puedo dormir y sin la esperanza de que alguien venga de vuelta, también me pongo a chillar.

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