La alternativa de desnudarme, arrancarme el cabello y salir corriendo, ha marchado a mi lado desde hace tanto tiempo que ya no recuerdo mi costado izquierdo sin su tentador rostro lanzándome en la mirada una piadosa oferta; una visión nebulosa de lo que viene; una abducción temporal y primitiva del dolor. Dubitativa volteo a verla, temerosa, y a veces las dos asentimos y el negro vórtice me devora.
Tras mi propio rastro- Hechizos
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