Tras mi propio rastro- Hechizos

martes, 16 de noviembre de 2010

Metro


No me he quitado los lentes de sol en todo el recorrido, diría que no me importa que la gente del metro me vea, pero soy muy vanidosa y no quiero que la imagen instantánea que tengan de mí sea la de "la joven con el grano entre los ojos". Todo va normal, ellos no me ven el grano y yo veo todo obscuro. Cuando me levanto del asiento corrido, la vieja, hasta entonces a mi lado, expande su abultado trasero hacia el lugar que acabo de desocupar y luego con un movimiento de cabeza autoritario desafía al resto de los pasajeros. Algunos se quedan parados, agarrados al tubo de metal que tienen junto a sí. Me desconciertan, estoy a punto de bajar y no los entiendo, afortunadamente antes de perderlos de vista, la única otra chica del vagón parada toma mi antiguo asiento y el orden se restablece.

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