Tras mi propio rastro- Hechizos

jueves, 17 de junio de 2010

Más vistas dobles.


En la estación la gente esperando al metro era muchísima, apenas dejaban tras de sí un pasillo para una persona y media. Caminé hasta el extremo exclusivo para mujeres, niños y discapacitados y tal como esperaba había menos gente. Pasaron más de diez minutos y los vagones no llegaban, el que teníamos enfrente (el que corre hacia el lado opuesto) tenía tanto tiempo parado como yo esperando (dando vueltas) y me atrevo a afirmar que aun más, unas tres veces hizo ruidos como si estuviera por partir, lo que hacía que la multitud de este lado se agitara. Puñados de minutos, de 6 en 6, después llegó el ansiado transporte -atestado- y las caras de quienes lo llenaban eran de absoluta desesperanza. Encontré un lugar, dudé de él por estar vacío pero lo tomé. Pregunté a la señora sentada frente a mí si había tardado mucho en salir de la estación anterior, respondió que sí... Tardó y tardó y tardó en las siguientes tres estaciones.
Cuando finalmente dejé el transporte colectivo para iniciar mi larga caminata por la calle de Campeche noté algo distinto: nadie más caminaba, el trayecto se veía vacío, sin peatones, sin autos... Comencé a pensar en el clima: nublado y frío, ha estado así por varios días y algunas veces las apacibles nubes lanzan cataratas contra nosotros (ayer, por ejemplo llovió sobre mi ropa desprevenida dos veces). Tenía sentido y mientras avanzaba y veía los edificios de departamentos me regocijaba imaginando frazadas, té, parejas en cama viendo películas, perros acurrucados. Así, mientras yo fantaseaba con la vida ociosa de estas personas me asaltó viniendo de todos lados un grito en coro que decía GOOOOOOOL!! todos los lugares que antes vi plácidos, cálidos y abandonados ahora se revolvían ante la anotación de México. "Todo" cobró sentido de nuevo, qué tonta -como si no fuera jueves a las 3 de la tarde.
Un poco adelante un conductor me preguntó por la calle de "Astrodan" y yo, confusa, le respondí si se refería tal vez a la calle de "Ámsterdam", él, aliviado respondió afirmativamente, le indiqué la dirección y ambos seguimos nuestros caminos. Me fui pensando en lo perdidos que estamos.


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