Tras mi propio rastro- Hechizos

sábado, 15 de mayo de 2010

Caminata nocturna

En lugar de estar haciendo fila afuera de un bar o salón de eventos paseábamos a Reiko. A mí me preocupaba comenzar a verme vieja al lado de esos rostros feos pero infantiles que pululan la vida nocturna con tanto entusiasmo, a ti te preocupaba el patetismo de nuestra caminata familiar. Creo que nos preocupaba lo mismo, sólo que tú no te sentiste resignado sino apresado y (en cuanto a mi preocupación) envejecer es inevitable. Ahora, decir "envejecer" a los veinte puede sonar melodramático, lo sé. Soy una pronta vieja melodramática.
Cuando te fuiste Reiko se quedó viendo hacia la calle y buscándote en otros autos. La vi alerta; con las orejas paradas y el cuerpo tenso, con la vida dirigida en dirección de tu partida, preguntándose, de esa forma en que los perros preguntan con los ojos y las orejas y esperan respuesta, qué había pasado contigo. Creo que esperaba atenta tu regreso.
En lugar de dormir y detener el paso del velo de la edad sobre mi rostro escribo esto porque estoy cansada y dormir no se me da cuando mi vejiga amenaza con montarme un drama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario