Tras mi propio rastro- Hechizos

jueves, 23 de septiembre de 2010

Tiempos


Vivíamos entonces las dos en un pueblo húmedo y aislado, teníamos la misma edad con dos meses de diferencia: ella Géminis, yo Virgo. No nos llevamos bien hasta que entramos en la pubertad; yo la consideraba tosca y mentirosa, además del resentimiento que le guardaba por ser la consentida de nuestros abuelos. Estoy segura de que yo no le gustaba mucho tampoco... Sin embargo comenzamos a acercarnos, la casa de los abuelos era siempre nuestro punto de encuentro, tenía ventajas: el abuelo entraba y salía y a veces se perdía a la abuela; la abuela pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, sentada en ese sillón rosa que tan alto le quedaba o en la cocina, fumando y hojeando el periódico; el resto de la casa era nuestra, igual que la calle, pues podíamos salir sin que se enteraran. Y eso hacíamos, después de recolectar dinero nos dirigíamos al videoclub y con la membresía del Señor Ter-Veen rentábamos películas, no sé si las películas eran muy baratas o robábamos para rentar muchas (o tal vez el dinero nos era dado cariñosamente) pero recuerdo aquel tiempo lleno de filmes de todo tipo, recuerdo que a veces rentábamos clasificación C y las escondíamos después de verlas, generaban multas y toda la familia se enteraba. Vimos muchas, muchas muchas. Y hoy, años después, unos 8, recordé una que adorábamos: All i wanna do, era perfecta para nosotras, transcurría en los 60's, un grupo de amigas en un internado para señoritas combatían la reforma de la escuela para admitir hombres, y la combatían de la mejor (y única) forma, intimidándolos con sus efervescentes hormonas. Porque, ahora que lo pienso, a esa edad es todo lo que tenemos. Aquellos días crecer significaba hablar de menstruación, cólicos y tampones, de métodos anticonceptivos, usar lápiz labial, era insinuártele a un chico con todo el atrevimiento sin tener idea del paso siguiente. Kirsten Dunst era nuestra favorita. The Virgin Suicides vendría después.
Lo recuerdo todo con nostalgia, de mi pubertad y por alguna razón los 60's. Esos vestidos, faldas y zapatos, todos los objetos, colores y estampados. De mí misma admirando la belleza y actitud de esas chicas, de mí y mi prima queriendo ser grandes. Entonces teníamos pantuflas peludas con plataforma, las suyas negras, las mías rojas.
"And the moon, and the stars" repetíamos entre cantando y recitando muertas de risa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario