Tras mi propio rastro- Hechizos

martes, 23 de marzo de 2010

Condenada a esperar

Soñé que nevaba dentro de Sanborns. Había una fiesta, íbamos vestidos de gala, hacía frío. Por los pasillos nevados encontraba jaulas de animales domésticos, como en un videojuego tenía que liberarlos. Yo era la agitadora condenada a muerte al siguiente día. No quería que me mataran, tenía miedo, estaba renuente a llegar a la cita; arrepentida de aceptar condena antes que juicio, odiaba mi pereza, lamentaba la imperial indiferencia con que había conducido mi vida.
Llegamos al destino, yo esperaba hablar con alguien y aclarar el malentendido. En la sala de espera el tiempo corrió, pasó la hora de mi cita, nadie llamó mi nombre para ser ejecutada. Sentí alivio, angustia y la urgencia de salir de ahí antes de que me llamaran. Bendita burocracia ineficiente!

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