Tras mi propio rastro- Hechizos

domingo, 22 de septiembre de 2013

Siete minutos, más o menos

Ya mucho se ha dicho sobre el influjo que tienen los domingos sobre las personas que se encierran en su departamento, abatidas por la idea del lunes, creando una fortaleza temporal entre las sábanas y mirando fijamente la pantalla del televisor. 
Sin querer se encontró parada junto a la estufa leyendo un libro de cuentos de una escritora "feminista". Leía mientras se aseguraba de que la sopa no se pegara al fondo de la olla. Las burbujas subían, los gritos entusiastas de la calle que vendían trajes al tres por uno subían también y resultaba difícil concentrarse en las palabras estáticas que relataban prolongaciones de segundos en las conciencias artificiales de personajes apenas esbozados. 
Las preocupaciones sobre envíos de paquetes, dinero y la insuficiente limpieza de la cocina cruzaban como helicópteros ruidosos su concentración en el texto. Demasiado ruido era la constante de sus días, aún cuando a veces el ambiente se encontraba limpio. Cuando no se podía concentrar, un ligero dolor de cabeza comenzaba a apoderarse de la escena. El ruido era tal que sentía ganas de ponerse a llorar, romper el contrato de arrendamiento y mudarse a una habitación de paredes acolchadas, aislada de cualquier vibración audible proveniente del exterior.
En cualquier momento la sopa estará lista y el cuento va a haber llegado a su fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario